Es una inmensa alegría estar en Douvres-la-Délivrande el 25 de marzo, día en que culmina nuestra peregrinación de esperanza, aniversario de la fundación de la Congregación en 1643, cuando Jean Eudes y sus 5 primeros compañeros peregrinaron a este santuario mariano, y por supuesto el más importante, como escribió Jean Eudes en el Mémorial des bienfaits de Dieu, "el día en que el Hijo de Dios se encarnó, y la Santísima Virgen fue hecha Madre de Dios".
Así entendía Juan Eudes la solemnidad de la Anunciación: "el día en que el Hijo de Dios se encarnó, y la Santísima Virgen fue hecha Madre de Dios". El 25 de marzo es nuestra partida de nacimiento, y esta elección de Juan Eudes se caracteriza por 3 elementos precisos que nos indican nuestra identidad y nuestra misión.
Cuando digo "nuestros" o "nosotros" me refiero a todos los Eudistas, incorporados y asociados, compartiendo juntos vida fraterna, espiritualidad y misión. Repito solemnemente, como he dicho y escrito muchas veces: los asociados son un don de Dios para nuestra Congregación: el Señor es el Superior de la Congregación y su voluntad es que haya laicos y sacerdotes asociados al carisma eudista, que encarnen este carisma en nuevas misiones, que lo difundan como nunca antes. Es una inmensa acción de gracias que elevamos a Jesús y María, nuestros superiores, por el don de la Congregación con este rostro renovado que le da la comunión entre incorporados, candidatos y asociados.
P. Jean-Michel Amouriaux, c.j.m.
Superior General
¡Alegrémonos!
2025, un año para conmemorar aniversarios importantes en la vida de la Iglesia, en la vida de la Congregación de Jesús y María
2025, Año Jubilar de la Iglesia Universal, Peregrinos de la Esperanza
2025, Centenario de la canonización de San Juan Eudes
2025, Encuentro Internacional de Asociados Eudistas de Corazón, tras las huellas de San Juan Eudes
Conferencia el 24 de marzo: El amigo santo que nos inspira a conectarnos al Corazón de Dios
Queridos hermanos. Hemos venido peregrinando con amor, con piedad y con fe en estas tierras de Francia en donde anduvo san Juan Eudes. Tal como se llama esta peregrinación, hemos ido tras sus pasos. Seguir los pasos de san jun Eudes es ir al camino de la santidad al estilo que nuestro amigo nos invita. No es solo caminar tras una huella; es querer ser santo, anhelar y trabajar por la formación de Jesús en nosotros . Es vivir la espiritualidad que este hombre nos legó y que está en nuestro deber no solo vivirla, sino propagarla y darla a los otros.
Para esta ocasión, se me ha invito a hablar sobre la santidad en san Juan Eudes, o hablar de san Juan Eudes como modelo de santidad. Para este caso, no voy a hacer una formación académica. No haré un tratado y tampoco desarrollaré un momento formativo en donde tenga en cuenta los principales aspectos de la espiritualidad de san Juan Eudes. De esto estoy seguro que hemos recibido muy buena formación en cada una de las comunidades y que seguiremos recibiendo de esta formación, ya que el conocimiento por nuestra espiritualidad nunca se agota.
Es mi querer hacer una reflexión más desde el corazón. De ver a san Juan Eudes, su vida, sus actitudes, su amor por Jesús y por María y con ello apreciar lo que nos puede legar y lo que podemos aprender de él. Es decir, inspirarnos en su vida para ver en qué nos puede aportar y a qué nos invita a vivir como discípulos del Señor en la escuela de san Juan Eudes.
P. Geovany Colorado, c.j.m.
Santuario de Notre Dame de la Recouvrance, les Tourailles. Conferencia del Padre Geovany Colorado.
Anoche celebramos una vigilia de oración en la que cada uno puso una luz.
Les Tourailles
22 de marzo - Misa en la Abadía de las Damas
presidida por el Obispo de Bayeux-Lisieux, Mons. Jacques HABERT
Misa presidida por mons. Luc Crepy, Eudista, Obispo de Versalles.
P. Martin Solano
P. Martin Solano
Homilía del Jueves 20 de Marzo : El Clamor de Lázaro y el Corazón de Cristo
Queridos hermanos y hermanas en Cristo, hoy nos encontramos ante una parábola que nos confronta y nos interpela profundamente: el rico y el pobre Lázaro. Esta historia narrada por Jesús en el Evangelio de Lucas nos invita a revisar nuestra relación con los demás, especialmente con los más necesitados. Desde la espiritualidad eudista y la enseñanza de San Juan Eudes, descubrimos que esta parábola no solo es una advertencia sobre la indiferencia, sino también un llamado a la transformación del corazón en el amor de Cristo.
1. La Parábola: Dos Realidades Opuestas
En el relato, Jesús nos presenta a dos personajes:
- Un hombre rico, vestido de púrpura y lino fino, que cada día se daba banquetes sin preocuparse por nadie más.
- Lázaro, un pobre lleno de llagas, que yace a la puerta del rico, ansiando alimentarse de lo que caía de la mesa.
Ambos mueren. Lázaro es llevado al seno de Abraham, mientras que el rico, sumido en el tormento, suplica alivio. Sin embargo, ya es tarde. El abismo entre ellos, que en vida fue de indiferencia, ahora se ha convertido en una separación irreversible.
Aquí surge una pregunta clave: ¿Dónde está nuestro corazón? ¿Con el rico que ignora el sufrimiento o con Lázaro que espera misericordia?
2. La Espiritualidad Eudista: Un Corazón Transformado por el Amor
San Juan Eudes nos enseña que el Corazón de Cristo es el modelo del amor auténtico. En su espiritualidad, encontramos tres claves para comprender esta parábola desde la perspectiva cristiana:
a. El Corazón de Jesús como horno ardiente de amor
• Para San Juan Eudes, el Corazón de Cristo no es indiferente al sufrimiento, sino que se compadece y actúa.
• La indiferencia del rico es el opuesto al amor ardiente de Cristo, que siempre se inclina hacia los más pequeños y necesitados.
b. Lázaro: un reflejo de Cristo sufriente
• Jesús mismo se identifica con los pobres y rechazados: “Lo que hiciste con uno de estos pequeños, conmigo lo hiciste” (Mt 25,40).
• El rostro de Lázaro está presente en tantos hermanos y hermanas que hoy sufren marginación, pobreza y exclusión.
c. El Corazón de María, modelo de servicio y entrega
• María, al igual que Cristo, escucha el clamor de los humildes y pobres.
• En su “Fiat”, nos enseña a vivir con un corazón atento, acogedor y generoso.
3. Un Llamado a la Conversión del Corazón
El Papa Francisco, en la encíclica Dilexit Nos, nos recuerda que el amor del Corazón de Cristo no es pasivo, sino transformador. No podemos limitarnos a una fe de palabras, sino que debemos encarnar una espiritualidad de acción, justicia y misericordia.
San Juan Eudes nos dice:
“Dios nos ha dado el Corazón de su Hijo para que sea nuestro corazón”.
Esto significa que:
- Nuestra fe debe traducirse en obras concretas de amor y justicia.
- No podemos ser indiferentes ante el sufrimiento de nuestros hermanos.
- El verdadero cristiano es aquel que, al igual que Cristo, ve, escucha y actúa.
4. Aplicación Práctica: ¿Cómo Vivimos Esta Espiritualidad del Corazón de Cristo?
- Abrir los ojos y el corazón: ¿A qué “Lázaros” estamos ignorando en nuestro entorno?
- Compromiso con los más vulnerables: Obras de misericordia, ayuda a los necesitados, promoción de la justicia social.
- Oración y formación en el Corazón de Cristo: Para que nuestro amor no sea superficial, sino auténtico y radical.
- Vida comunitaria y misión: No podemos vivir nuestra fe de manera aislada, sino en comunión con la Iglesia y los demás.
Conclusión: “Volver al Corazón”
Jesús nos deja una enseñanza clara en esta parábola: el amor verdadero no es indiferente ni egoísta, sino compasivo y generoso.
San Juan Eudes nos recuerda que el Corazón de Cristo quiere transformarnos para que vivamos su amor en el mundo. No esperemos el momento de la muerte para darnos cuenta de lo que debimos hacer en vida. Hoy es el tiempo de la conversión, de la solidaridad, de la verdadera caridad cristiana. Oremos juntos para que nuestro corazón sea cada vez más semejante al de Cristo.
Preguntas para la reflexión:
1. ¿Quiénes son los “Lázaros” de nuestro tiempo a los que estamos ignorando?
2. ¿Cómo podemos hacer que nuestro corazón sea más semejante al de Cristo?
3. ¿Qué pasos concretos podemos tomar para ayudar a los más necesitados?
P. P. Harold de Jesús Castilla Devoz, c.j.m.
La Messe du 20 mars à Notre Dame des Vertus (Aubervilliers)
P. Harold Castilla
Queridos amigos, sean bienvenidos, nos tomamos el tiempo para darnos la bienvenida, descubrirnos y conocernos. Es una gran alegría y una gran gracia poder reunirnos y encontrarnos.
Somos la familia eudista en peregrinación tras las huellas de nuestro Fundador, a quien estamos orgullosos de celebrar por el centenario de su canonización, y en el marco del Jubileo de la Iglesia universal, para dar testimonio del Señor que es nuestra salvación y nuestra bendición, y para renovar nuestra alegría de pertenecer a la Congregación de Jesús y María.
Así pues, aquí estamos en peregrinación. Ha sido necesario dejar nuestro lugar de vida y nuestras referencias habituales. Una peregrinación es una salida de uno mismo para ir al encuentro de realidades nuevas, poco conocidas, de otra lengua, de otra forma de vivir, fuera de nuestras zonas de confort, de nuestras pequeñas costumbres. Estaremos en movimiento durante esta semana, cambiando de lugar, de comida, de clima, de relación. Cada uno tiene su propia capacidad de adaptación, y sin duda es un reto poder vivir lo inesperado y lo nuevo, en la alegría y la fraternidad. «La regla de las reglas es la caridad», y esta máxima de San Juan Eudes recogida en las Constituciones es nuestra estrella, nuestra guía para avanzar. Confiamos en los que han preparado esta peregrinación; han trabajado mucho para que todo salga lo mejor posible y les damos las gracias.
Esta experiencia de peregrinación nos enseña sobre nuestra condición humana y creyente. Estamos de paso en esta tierra, tenemos nuestras referencias y nos apegamos, pero en verdad somos peregrinos. Esta peregrinación nos lo recuerda y nos permite vivir aún más profundamente la Cuaresma, en memoria de los 40 años en el desierto del pueblo de Israel y los 40 días de Jesús en el desierto. San Juan Eudes nos invita a vivir los 40 días de la Cuaresma precisamente en comunión con los 40 días de Jesús en el desierto de Judea después de su bautismo y antes de sus primeras predicaciones del Reino. Este es también el tema del Jubileo de la Iglesia universal: somos peregrinos de la esperanza, mostrando juntos el rostro de una humanidad diversa y en paz. La esperanza que la humanidad necesita es hacer posible el futuro del mundo tal como es, en su creciente integración. Y este es también nuestro Jubileo eudista: renovar la alegría de ser eudistas, de formar parte de lo que el mismo Juan Eudes llamó la pequeña Congregación, que tiene su lugar y su misión dentro de la gran Iglesia. Los criterios de Dios no son los nuestros, y como dijo el cardenal Joseph Ratzinger en una conferencia sobre la nueva evangelización en el año 2000, citando un proverbio: «el éxito no es el nombre de Dios».
Vemos así que hay muchos desafíos humanos y espirituales en esta semana de peregrinación. La Congregación tiene los ojos puestos en nosotros y nos acompaña.
P. Jean-Michel Amouriaux, c.j.m.
Superior General